El delirio de quebrar los límites de la TV
PUNTAJE: 7
Al terminar la muy buena primera temporada de Mr. Robot la pregunta era cómo seguiría la serie o más bien qué camino tomaría la historia. Después de finalizada esta segunda entrega todavía todo es una incógnita, muchas cuestiones han sido develadas, pero el desarrollo de la narración se expandió tanto que sigue siendo un completo misterio.
Esta segunda temporada es de por sí sumamente pretenciosa, con todo lo bueno y lo malo que pueda acarrear esto. Se nota que, tras el éxito de la primera, su creador Sam Esmail tuvo muchísimas más libertades para hacer cualquier delirio se le cruzara por su desquiciada mente.
Esta nueva entrega de Mr. Robot expone a través de cada episodio la idea de que todo puede ser posible y que nunca nada será como se podría imaginar, y así fue como la serie fue sorprendiendo cada semana y expandiendo los límites de su historia a distintos hilos narrativos, algunos -por momentos- sorprendentes y otros sumamente descartables.
Con esta temporada, Esmail rompe varios límites del formato televisivo, desde lo visual con planos rebuscados y climas agobiantes -productos de un montaje frenético- hasta una narración completamente autoconsciente de su ficcionalidad en dónde el artificio casi siempre está expuesto y en donde su creador, mediante la figura de Elliot (personaje por el cual Rami Malek ganó recientemente el Emmy), quiebra constantemente la cuarta pared e interpela en diversas ocasiones a los televidentes.
Todos estos delirios que le van surgiendo a Esmail en cada episodio pueden resultar tan geniales como confusos, ya que por momentos Mr. Robot se pierde en el abismo de su creatividad y hace que las acciones se vuelvan ambiguas hasta dentro de una construcción de un verosímil completamente fantástico.
Lo que sí se puede decir es que esta segunda temporada va de menor a mayor. A medida de que van pasando los episodios todo se vuelve más demencial y pretencioso pero, a su vez, emocionante. Como una pesadilla producto de un universo propio de David Lynch o John Carpenter, la trama abre sus vertientes hacia todo tipo de caminos posibles dónde la serie expone un delirio tanto visual como narrativo pocas veces visto en la TV. El thriller informático va mutando en cada tramo, desde secuencias que no dan respiro hasta planos largos e inquietantes, como a su vez momentos totalmente hermosos e incoherentes como cuando la serie se vuelve por unos minutos una sitcom de finales de los ochenta.
Pero, ante todo, Mr. Robot es una oda a la intertextualidad, un conjunto de citas al cine y a la televisión que le dan a la serie un plus tan interesante como de a ratos entretenido, porque el juego que propone Esmail es que todo puede ser posible y que la realidad no es una sola o la que uno estaba pensando. Su universo ficcional se nutre de todo y explota por los lados más inesperados.
Quizás esta nueva entrega de Mr. Robot no sea tan regular ni esté a la altura de la primera, pero lo que sí es que abre aspectos muy interesantes de la trama, por un lado a través de flashbacks y distintos recursos narrativos va esclareciendo cuestiones sumamente importantes, pero a su vez nos deja en el vilo del cliffhanger y un misterio que cada vez se amplía aún más, en dónde solo Esmail -o ni siquiera él- saben lo que pueda llegar a pasar.
Coincido. No es una serie para cualquiera. Cuando me preguntan qué estoy viendo, nunca sé si recomendarla o no, pese a que a mí me gusta mucho.
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Pienso que para bien o para mal es una serie qué hay que ver, ya que siempre muestra tópicos muy interesantes.
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